domingo, 3 de agosto de 2014

El chocheras

¿Cómo están ustedes ?
BIEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEN
¿Queréis más extrañezas finiseculares?
SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII

Pues ahí va una de uno de mis Extraños predilectos que, por razones del azar y de su ocupada agenda póstuma (aún tienen que redescubrirlo los ladrones de cadáveres universitarios), ha tardado en personarse en este blog [incrediblystrangebooks.blogspot.com].
Él es Dubut de Laforest, al que podríamos llamar sin temor a la hipérbole el Zola de lo Increíblemente Extraño.
Y es que el Dubut se cascó una monumental saga de treinta y siete novelas (en realidad la recopilación de todas sus obras anteriores) que llamó, sin comerse demasiado el tarro, los Últimos Escándalos de París (1898-1900).
Si ya a Zola le llamaron (sus propios colegas, bueno desde que dejaron de serlo, claro) “El gran fecal” por su fascinación por lo sórdido y abyecto, Dubut se llevó la palma del cropo-naturalismo y la perversión textual.
La Correspondencia de España (13/4/1902)
Basta echar una breve ojeada a cualquiera de sus páginas para encontrarnos con un universo barroco poblado por ninfómanas, sátiros (a lo Marou), homosexuales, lesbianas, morfinómanos, prostitutas, proxenetas, asesinos, sádicos, masoquistas, fetichistas, coprófagos, mujeres fatales, necrófilos, monos e incluso (toda una primicia) inseminaciones artificiales.
Y es que Dubut estaba fascinado por las rayadas sexológicas de la época, catalogadas en plan entomologista por el Über-Extraño Krafft-Ebbing en su Psychopathologia sexualis.
En la obra que hoy nos ocupa se trata de un estudio psicopatológico y muy sexual del viejo chocho.
Le Gaga, en gabacho, que es más rítmico y divertido… un momento, me diréis, ¿no será como una tal Lady…? ¿Quiere entonces decir que su nombre… es Lady Chocho? Corred a vuestros móviles y portátiles, difundid el scoop…
Lady Gaga es también una extrañonauta de las nuestras. Y tiene nombre de aparato genital…
Pero volvamos a nuestro Gaga original…
No se trata de cualquier tipo de viejo chocho, claro. El viejo chocho y pervertido. Chocho por pervertido. Y no al revés, ojo.
«Son miles los hombres que se derrumban antes de tiempo. Todos estos viejos chochos, víctimas de su inactividad, están atenazados por la muerte; y si la muerte tarda y si manos acariciantes, dedicadas y fieles no les protegen, todos estos chochos caen, una noche u otra, bajo el peso de la ley y terminan en las colonias penales o en los asilos de alienados»…
El viejo conde Jacques de Mauval, retoño de « una de las más ilustres familias francesas », es un viejo sátiro, en el sentido clínico de Merou, “el viejo enamorado padecía satiriasis, esa neurosis que es, para los hombres, lo que la ninfomanía es para las mujeres”
El Gaga es ante todo, dirá Dubut en el célebre proceso por obscenidad que provocó su libro, “un libro de ciencia. Para convencerse basta ver el lugar que ocupa la historia de la enfermedad, las páginas dedicadas a la decadencia romana, los relatos sobre íncubos y súcubos, las observaciones puramente médicas relativas a los neurópatas, los chochos y los satiriásicos [sic]…”
Toma ciencia, como diría Rogelio (la marioneta. NOTA: Oscura referencia arqueológica a viejos programas tele-infames).
El chocheras que da título a la obra es un senador chocho y sádico casado con una mujer amantísima, una de esas santas del hogar dispuesta a toda para complacer a su infame marido.A todo. De ahí el proceso por obscenidad.
A los jueces pareció gustarles especialmente una escena un poquito subida de tono (incluso para 1885) donde la mujer se presta a las abyectas fantasías del viejo monómano, con el loable propósito de tratar de curarlo…. Y devolverlo al lecho conyugal y a la virtud!!
Chocheante a golpe de satiriasis, el viejo senador ya casi no puede ni hablar…
“Su voz no era ya más que un farfulleo, una serie de frases perdidas entre sofocos y gargarismos…. Mascando las palabras en un ruido de ferretería, entrecortado por los silbidos de una vieja locomotora descuajaringada y casi acabada…”
Vemos que en cuestión de lirismo, el Dubut no tiene parangón… y el descuajaringe parece más de la frase que del viejo chocho…
La escena se vuelve totalmente hilarante cuando en el capítulo VI Mauval tiene que dirigirse al senado, siendo sólo capaz de articular lo siguiente:
“Me- essieurs Mé-é-é-é-essieurs é-é-é-é-é-essieurs...” hasta que “ya ningún sonido salía de su garganta”
Y todo por darle tanto a la minga.
Claro que es un neurópata.
“Tout s’explique”, como dicen nuestros vecinos.
Para más “ciencia”, Dubut añade al final de la novela una serie de fantasías eróticas del viejo chocho, así a modo de documento psicopatológico. Como haría poco después, en su pequeño gabinete vienés, el joven Sigmund Freud.
Sólo que las guarradas del viejo chocho, por muy científicas que le parecieran a Dubut, no dejaban de ser soberbias guarradas.
Y los jueces, que no eran tontos, se pisparon.
Pero el gaga y su santa esposa no son los únicos colgados de este retablo tremendista (sí, los franceses también son tremendistas, antes, más y mejor que nosotros).
Está el “amigo” del conde, el sadiquísimo marqués de Sombreuse, artífice de su ruina, quien “se arrojaba sobre sus amantes de paso como los grandes monos se arrojan sobre las hembras de los salvajes de América [otra vez el Dubut con sus sinpares símiles!] y, como éstos, capaz de matarlas si se le resistían…”
De hecho, como para ilustrar esta idea, terminará cargándose a su chacha y… a su mono.
Porque resulta que también hay un mono (no sólo de símiles vive el mono…). Y no un monito cualquiera…
Uno de esos monos decadentes que tanto nos gustan. Se llama La Hire y es una especie de eslabón perdido, “supermono” antorpomórfido que recuerda al Hémo de Dodillon, publicado precisamente ese mismo año (vale que la decadencia fuera simiófila y para-darwiniana pero aquí huele un poco a plagio).

Supermono (éste será el título de otra novela extraña de Edme Tassy) o subhomre, La Hire tiene la “talla de un bello caballero francés”, un hocico “poco prominente, cuyo ángulo no parecía más oblicuo que el de un negro, confiriéndole sorprendente parecido con un humano”… cómo no, hemos reconocido el racismo ordinario de la Europa imperial.
De hecho, por si no quedaba claro, La Hire tiene a su servicio a… un negro!
“En los días más bellos, Jack Novar venía a deshacer la cadena de plata que mantenía al mono junto a su cocotero y ambos, el negro y el animal, como buenos amigos, similares de aspecto y de cara, bajaban a darse una vuelta por el jardín…”
Qué cabrón el Dubut. Lo peor es que en aquella época esto era lo que pensaban, sin pizca de ironía, la inmensa mayoría de los “bienpensantes” europeos.
En el banquete final ofrecido por el marqués de Sombreuse, mezcla alucinante de extrema civilización y extrema barbarie, habrá también un indígena de Tierra-de-Fuego, sacado del Jardín de aclimatación donde estaba expuesto (práctica corriente de las grandes capitales metropolitanas) para mayor regocijo general.
Cuando el banquete degenera en orgía, serán precisamente el mono y el indígena quienes se disputen los favores de… una africana.
Los dos protagonistas de esta fricada se encuentran al final de la orgía cuando el “chocheras” contempla, “saltarineando sobre los cuerpos apelotonados de hombres y mujeres, su pariente y amigo La Hire, el mono riente, rey de la naturaleza”…
Unidos a medio-camino entre la regresión del chocheras al estado animal y la elevación friqui-darwiniana del mono al estado social.
En la nueva escalera evolutiva la regresión del Homo-deus al Homo-sinicus es ya un hecho consumado.
Quizás por ello el extraño Dubut decidió, en pleno apogeo de su éxito, volarse la cabeza en 1902.

Antonio Domínguez Leiva. 9 de mayo 2012
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